Antigüedad
A medida que las comunidades
humanas evolucionaban y aumentaban, presionadas por las amenazas bélicas
constantes, la primera modalidad arquitectónica en desarrollarse fue
esencialmente la militar. En ese periodo surgieron las
primeras ciudades cuya configuración estaba limitada por la
existencia de murallas y por la protección de amenazas exteriores.
La segunda tipología desarrollada
fue la arquitectura religiosa. La humanidad se confrontaba con
un mundo poblado de dioses vivos, genios y demonios: un
mundo que aún no conocía ninguna objetividad científica. El modo en
que los individuos lidiaban con la transformación de
su ambiente inmediato estaba por entonces muy influenciado por las
creencias religiosas. Muchos aspectos de la vida cotidiana estaban basados en
el respeto o en la adoración a lo divino y lo sobrenatural. El
poder divino, por lo tanto, era equivalente (o aún superaba) el poder secular,
haciendo que los principales edificios dentro de las ciudades fueran
los palacios y los templos. Esta importancia de los edificios
hacía que la figura del arquitecto estuviera asociada a
los sacerdotes (como en el Antiguo Egipto) o a los propios
gobernantes y que la ejecución fuera acompañada por diversos rituales que simbolizaban
el contacto del hombre con lo divino.
Las ciudades marcaban una
interrupción de la naturaleza salvaje, eran consideradas un espacio
sagrado en medio del espacio natural. De la misma forma, los templos dentro de
las ciudades marcaban la vida de los dioses en medio del ambiente humano.
Las necesidades de
infraestructura de aquellas primeras ciudades también hicieron necesario el
progreso técnico de las obras de ingeniería.
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